Se arrastran,
a veces aparecen sin llamarlos, otras veces, se cuelan en tus sueños sin permiso ni pudor...
En forma de pesadillas que te estremecen en mitad de la noche para desconcierto propio y ajeno.
¿por qué será que lo vivido de niño nos acompaña siempre?
Hagamos pues, una infancia feliz para los pequeños...
Mejor arrastrar sonrisas que miedos.
Y tu, ¿Qué pesadilla recuerdas con angustia que, tal vez, hoy aún te acompaña?
Un beso,